A esta edad los bebés son auténticos terremotos: recorren la casa una y mil veces, abren y cierran los cajones, desordenan las estanterías, asaltan el sofá, exploran sus juguetes… No paran quietos ni un instante. Por eso, precisamente, es fundamental que continúen echándose la siesta. Aunque los patrones de sueño son muy variables entre unos pequeños y otros, lo más habitual es que al año los bebés duerman una pequeña siesta a media mañana y otra un poco más larga al comienzo de la tarde.
¿Hasta cuándo es recomendable que hagan siesta? Hasta los tres años
Esto es según los pediatras lo más recomendable, ya que el sueño diurno ayuda a los pequeños a reponer fuerzas, les mantiene de buen humor, previene rabietas y evita que lleguen exhaustos y nerviosos a la noche, un estado que no solo dificulta la conciliación del sueño, sino que además propicia las pesadillas, los miedos y los despertares a horas intempestivas.
Además, está comprobado que cuando los bebés se echan la siesta, comen y meriendan mejor, porque el agotamiento les quita el apetito. Por todo ello, los niños deberían echarse la siesta al menos hasta los tres años.
Consejos para conseguir que duerman la siesta
Ya hemos hablado extensamente sobre cómo dormir a un bebé, por lo que en este artículo nos centraremos en esos consejos que nos pueden venir bien para hacerlo dormir a la hora de la siesta.
Siempre a la misma hora
En cuanto al momento y a la duración de la siesta, si el pequeño duerme una sola siesta, esta debe ser de unas dos horas, mientras que si se echa una siesta de mañana y otra de tarde, cada una debe prolongarse entre 45 y 60 minutos. Menos de este tiempo es insuficiente para que el pequeño recupere energías, mientras que una duración mayor podría interferir en el sueño nocturno. Por este motivo tampoco conviene que el niño duerma pasadas las cinco de la tarde. Además, hay que establecer un horario fijo de siestas; es decir, procurar que el pequeño las duerma siempre a la misma hora. Así, su organismo se habituará a descansar en esa franja del día y, cuando llegue, el niño se sentirá somnoliento y ofrecerá una menor resistencia a dejar su incesante actividad.
Mejor en su cuarto que en el salón
¿En su cuna o en el sofá? ¿Qué importancia tiene la habitación en la que se duerme la siesta el niño? Esta es otra de las preguntas que más a menudo plantean los padres. Es muy importante echar al niño en su cama o su cuna, porque estos son los lugares que él debe asociar con el acto de dormir, y no el sofá del salón. Por el contrario, no es recomendable dejar la habitación totalmente a oscuras ni poner al niño el pijama, como sí hacemos por la noche, porque estas diferencias ayudan al pequeño a distinguir el sueño diurno del nocturno, algo que a su vez facilita el establecimiento de las demás rutinas.
También es muy aconsejable propiciar un ambiente tranquilo y silencioso (si oye jaleo, no querrá dormir), pero sin exagerar: no pasa nada porque lleguen a su cuarto los sonidos habituales de la casa (una llamada de teléfono, unas pisadas por el pasillo…). Es más, acostumbrarse a dormir así le vendrá fenomenal, sobre todo si tiene o va a tener hermanos, porque lograr el silencio absoluto en el hogar es muy difícil. Por último, hay que ir a verle de vez en cuando para comprobar que ni suda ni se está quedando frío.
En cualquier caso, para que al pequeño le cueste menos pasar de la actividad al reposo, no hay nada más eficaz que echamos a su lado, mostrarle un cuento para dormir, darle un masaje suavecito y circular en el entrecejo y acercarle ese muñeco que tenemos reservado solo para las siestas (¡ojo!, esa exclusividad es la que lo hace realmente efectivo). Así, sin darse cuenta, se le cerrarán los ojos.
Un hábito que los hace más listos
Un estudio reciente de la Unidad de Psicología de la Universidad Ruhr de Bochum (Alemania) asegura que la siesta es básica para que el bebé consolide los conocimientos que ha aprendido hasta ese momento del día.
¿Por qué? Porque durante el sueño los recuerdos se transfieren del hipocampo, que es la parte del cerebro implicada en la memoria inmediata, al neocórtex, que es el área involucrada en la memoria a largo plazo. Por eso los bebés que duermen la siesta retienen mejor lo que han aprendido durante la mañana y se muestran más receptivos a lo que descubren por la tarde.
Deja una respuesta