El estrés supone una severa tensión psico-muscular como manifestación fundamental, la cual cede paso, según las circunstancias, a estados emocionales extremos que entorpecen el sueño, como fatiga, ansiedad, ira, temor, y desde luego, la depresión. Analicemos uno a uno estos estados emocionales y cómo pueden afectarnos en relación al insomnio y otros problemas para dormir.
Cómo nos afectan los estados emocionales al dormir
❖ Ansiedad
En primer lugar, debemos tener en cuenta el nivel de ansiedad, de intranquilidad. Generalmente, es un estado que entorpece el sueño desde las primeras horas. Quien se encuentra ansioso, y mucho más si se acerca incluso a padecer ataques de pánico, no llega el sueño, pasan las horas y no se puede dormir.
La ansiedad puede estar causada por las preocupaciones, problemas a los cuales no se le encuentra solución, irritación por ser ofendidos en el centro de trabajo, discordias no resueltas con la pareja, incógnita con respecto al futuro de los hijos, algún miedo al momento de ir a la cama, u otra causa desorientadora. Peor aun es cuando no se sabe el porqué de la intranquilidad.
❖ Fatiga
La fatiga puede ser producida por el exceso de trabajo, múltiples tareas del hogar, preocupaciones que no se desprenden de la mente. En ello se produce un hecho curioso: si existe cierta dosis de fatiga, el descanso puede conducir a un sueño placido, tranquilo. Pero si la fatiga es excesiva se hace muy difícil conciliar dicho estado.
Por un lado, si el exceso ha sido físico, el tono muscular ejerce una interferencia sobre el cerebro que no le permite el sueño. A ello se agrega que en ese estado las imágenes se suceden repetidamente en la mente, más aun si la fatiga posee origen intelectual. No importa el tipo de tarea que se lleve a cabo de manera cotidiana o en el ámbito laboral, cualquier acción puede volver una y otra vez a su mente sin dejarlo dormir.
Con respecto a la fatiga, se produce un hecho muy característico. Si el agotamiento no ha permitido dormir placenteramente, la persona despierta muy cansada, con mucho dolor en los músculos y con un estado general de desánimo. Sin embargo, durante el transcurso del día se produce mejoría, recupera fuerzas, se siente más animada, y en mejores condiciones laborales. Pero no hay que olvidar que no se durmió bien, no hubo real recuperación, lo cual quiere decir que en el resto del tiempo su cuerpo está operando con las reservas energéticas, y eso no es nada saludable.
❖ Ira
La ira, o estado de furia, entorpece el sueño. Si una persona se siente indignada por ser ofendido, maltratado, engañado sensiblemente o cualquier otra razón, no le será fácil conciliar el sueño, al menos mientras no encuentre algún mecanismo de ajuste emocional a lo ocurrido.
❖ Temor
Este es el estado que más comúnmente afecta el poder dormir con tranquilidad. El miedo a lo que puede ocurrir, o en algunos casos el miedo a la obscuridad, un insecto o ratas que pueden caer en la cama, miedos a lo que hay “debajo de la cama», u otra diversidad de situaciones atemorizantes constituyen una severa barrera al dormir. Incluso se puede tener mucho sueño, y la persona comienza a dormirse, pero de pronto regresa a su mente la imagen de lo que puede acontecer, y de inmediato abre de nuevo los ojos en angustiante alerta.
❖ Depresión
El hecho de despertarse a mitad de la noche y no poder volver a conciliar el sueño o despertarse antes de la hora prevista es una señal indicativa de depresión. Normalmente, la persona puede dormirse en las primeras horas, pero en cuanto aparece el sueño Rem, las imágenes vividas de la causa de la depresión aparecen en imágenes oníricas, en los sueños, y provocan el despertar; peor aún si se convierten en pesadillas.
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