A través de la historia el sueño no se ha tomado solo como un medio de descanso y restauración física, sino que ha sido punto de partida para profecías, predicción de hechos, indagación en trastornos mentales; entre otros fines mágicos o científicos.
Además, músicos, escritores, científicos, artistas, entre otros pensadores, han hecho uso de las posibilidades que brinda el sueño para el aumento de la creatividad, solución de problemas o lograr un ajuste emocional a las adversidades confrontadas.
Primeras impresiones: El sueño como profecía
Es comprensible la toma del sueño como medio profético. Cuando la persona se acuesta a dormir las imágenes sucedidas en la etapa de pre-sueño se extienden propiamente al sueño, mientras el cerebro continúa funcionando de modo inconsciente.
Por consiguiente la mente, desde ese ámbito, continúa activa, intentando soluciones, explicaciones y descubrimientos. Ese proceso es el insight, el cual tiene lugar, principalmente, durante la fase REM del sueño. Cuando se produce el despertar, la comprensión de un hecho, ajuste emocional a un trauma, o la solución a un problema, usualmente llega con claridad a la consciencia.
Por ello durante siglos de magia y misticismo se ha asumido el estado durmiente como fuente de poderes proféticos. Mientras se marcha hacia atrás en la historia, la valoración del sueño como recurso adivinatorio y fuente de revelación era común; aunque aún abundan esas creencias.
Antigua Grecia: El inicio del interés en su estudio
Un antecedente remoto del interés en el estado del durmiente se encuentra en el Sueño del templo, en la antigua Grecia. Estos templos eran dedicados al dios Asclepios o Esculapio, dios de la medicina entre griegos y romanos respectivamente. Este culto se inicia desde antes de la toma de Troya, según Apolodoro (siglo II a. C.) en su libro Biblioteca, y proliferan y expanden a partir del VII (a. C.).
Su función era realmente psicoterapeútica, con lugares de descanso, música, baños, masajes, juegos, entre otras actividades placenteras. Por la noche los pacientes dormían en el Abatón, cerca de los dioses, y al otro día sus imágenes oníricas, es decir las aparecidas en su mente mientras dormían eran analizadas por sacerdotes. Existían numerosos templos de esta índole, y eran llamados «asclepiones» (asklepeion).
Hipócrates nace en el año 460 (a. C.) en la isla dórica de Cos, formándose como médico en el templo de Esculapio del lugar. Este precursor de la ciencia de la salud asimiló muchas de estas prácticas con un rigor científico, aunque con las limitaciones de la época. Parece haber influido en él la posición de Alcmeón de Crotona, fisiólogo, médico y filósofo griego, que vivió aproximadamente en ese tiempo y fue el primero en definir al cerebro como centro de la vida mental.
Se observa la importancia del sueño para los antiguos en las Camas colgantes, de la Roma antigua, y el primer escrito en torno al tema fue hecho por Artemidoro de Dalcis, La interpretación de los sueños. Por añadidura, ha quedado para la posteridad la frase acuñada por Horacio: No he pegado los ojos.
Abandonando el misticismo y entrando en la ciencia
Pero el predominio místico de la interpretación del sueño y sus imágenes oníricas comienza declinar con el pensamiento de Aristóteles, el cual poseía una visión naturalista de este proceso. Más adelante en el tiempo, en 1802 se publica el primer libro con consejos para dormir, y en 1805 el filósofo J.G.E. Maas, en su libro Sobre las pasiones, escribe lo siguiente: «…el contenido más frecuente de nuestros sueños se halla constituido por aquellos objetos sobre los que recaen nuestras más ardientes pasiones«.
El psicoanálisis, la interpretacióm de los sueños y el estudio moderno
Posteriormente, Sigmund Freud, de la ciudad de Viena, e Iván Pavlov, de Rusia, hacen nuevos aportes al estudio del sueño. Sin embargo, su avance más notable en la época actual tiene lugar en la década de los años 30’, cuando Alfred Lee Loomis (1887-1975), profesor de Fisiología de Universidad de Princeton, descubre a plenitud que el cerebro estaba activo durante el sueño.
Esos estudios son continuados desde el año 1953, por los norteamericanos Nataniel Kleitman (1895-1999), William Dement (1928-), y Eugene Aserinsky (1921-1998), quienes descubren el sueño Rem; aunque antes ya había sido enfocado por Iván Pavlov en su concepto de sueño Paradojal y Ultraparadojal.
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